La tarde ha caído,
enfáticamente,
En grave y sonoro,
silencio abismal,
Segundos pasados tan,
lánguidamente
Impar de otro tiempo,
me suele buscar.
Un rostro empolvado,
de azul taciturno,
Palpita en sus senos,
del fondo, la luz,
Un rayo infinito,
un haz luminoso,
De duende pequeño,
con pelo marrón.
El ciego que anida,
detrás de sus ojos,
Partió la penumbra,
de la lumbre en dos,
Y el pájaro herido,
en mil tempestades,
Esfuma en la bruma,
su labio carmín.
La vida, que es vida,
me colma de calma,
Te sueño, me sueño,
me dejo soñar,
Y en los devaneos,
que estampan mis ojos,
Un cierto lamento,
un minuto gris.