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Bajo el calor azul del cielo,
crepuscular atardecer,
siento, Señor, la mirada,
de todos los pobres de la Tierra.
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Suaves campanas y flores,
del Amor de Padre
las estrellas,
llega la Noche,
algunos duermen,
otros rezan.
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Y el pan de cada día...,
a veces llega.
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Es Cristo en la cruz,
el silencio de una Madre,
que esos niños de Venezuela
ya no mueran...,
¡Por Dios!...,
que no mueran de hambre.