Voy definiendo los hechos con las arrugas
del talabartero ensimismado en las noches partidas.
No me detengo a tratar con trogloditas
ni seres tremebundos.
Solo soy la rama de un árbol
seco en medio del pantano.
¿De qué me sirve lamer la cuerda si los puentes
ya lloraron sus penas y
las lágrimas se echaron al mar?
Mi voz se levanta como cabo de martillo
contra los traidores de la Patria
y de la santa iglesia.
No quiero ver más sueños descuartizados
ni flores rodando en el estiércol adoquinado.
Dame la hoz para que la palmera alimente
sus polluelos y aleje los tiranos que sembraron
marismas sin peces ni mariposas.
Ellos hicieron creer las quimeras
colgadas en sacos rotos y descuartizados.
Me cansé de escuchar al poeta preguntar
por la lámpara y los versos enfangados.
Un desalmado obispo lo dejó sin techo,
sin comida, sin ropa y sin salario.
Lo peor de todo son los acontecimientos
truncados por demonios
escondidos en bolsillos rotos.
Quiero un líder que ame a enemigos y
que enfrente a amigos ladrones;
ladrones del pueblo, del erario,
de la medicina, de la escuela,
de las calles, de los pájaros, de las olas,
del jazmín y de las cañadas rotas.
Odio a los santos que son demonios.
Yo no discuto con barro cuarteado,
lánguido, ambicioso y dado al vino.
Al cura que entregaron el oficio,
por votación unánime,
fue tan ambicioso y mundano
como el voraz tirano retuerce tuercas.
Les tengo más confianza a los muertos
que arrendaron sus tumbas
que al politicastro religioso.
La sinceridad es propia de los rancheros
que amaestraron los peces,
las águilas salvajes, los jurones desdentados,
las serpientes mortíferas,
las iguanas rastreras,
los monos parsimoniosos y
la fosa de ataúdes podridos.
El monje se humilló ante el concilio
pero le sacaron la lengua y
lo arrastraron hasta el cadalso.
Dijo el maestro:
“No es más que un soñador
prisionero de versos fútiles y
del espanto de su sombra”.
El alma herida buscó la soledad,
los montes, el sonido del agua,
del viento y el olor de las hojas mojadas.
Pienso en él como santo empobrecido,
completamente miserable,
sin amparo, sin amigos,
sin futuro y desprovisto de las miradas
pedagógicas que alientan los corazones
sin palabras de reyes.
Sé que tú también entiendes porque
te han traicionado en días
cuando buscaba el consuelo en los
fundamentos de estatutos y
órdenes aplicadas a las estrellas,
a la luna, al trueno, al relámpago
y a las pléyades.
Por mis poros puedo ver a los saqueadores
de templos multiplicando sus fechorías.
Hacen leyes para los tontos.
Pertenecí a la logia pero me dejaron
sin manos, sin pies, sin lengua y sin ojos para escuchar.
Es una cofia habitada por hipócritas,
ególatras, farsantes, burócratas y
hombres de mala ley.
La ambición les ha inflado los vientres,
abotagados los ojos,
hinchados los pies y dañados los riñones.
¿Quién hará la justicia?
Mientras llega,
yo sigo en el polvo de los desiertos
hablando con escorpiones,
con abejas desorientadas,
con leones salvajes,
con las piedras candentes y
con el gitano extraviado y lleno de penas.