Amado mío, donde quiera que estés,
en pos de tu corazón vuelo cada noche,
mi alma desnuda se entrega en cada beso
y renazco al alba sabiendo que existes.
Cierto, no te he visto aún
pero te conozco como me conozco a mí,
tu presencia está en mi mente
y en mi corazón el tuyo.
Puedo gozar de tu vivaz mirada,
mis ojos recorren tu infantil sonrisa,
se agita mi cuerpo con tus delicadas manos
y mi boca se enciende al roce de tus besos.
No me embarga la ansiedad, no tengo prisa,
porque mientras nos encontremos,
en esta vida o en otras,
la plenitud de nuestro amor lo llena todo.