En el cuarto de la fabrica
una tuerca cae abriéndose
camino en el vacío
una solitaria tuerca suelta
de la paredes duras del cráneo
cae al vacío, con todo su ser
en la fabrica del mundo
parar
en algún momento
en algún lugar
detenerse en el tiempo
vertiginoso. ¿dónde
estoy?, ¿qué estoy haciendo
cuando dejo las cosas
hacerse por si mismas
y al mundo seguir un
curso desviado?
comprender que lo pasado
pudo haber pasado en vano
y no glorificarse en el
duelo, en la búsqueda de sentido
es el derroche del sentido mismo
en el tiempo, que no volverá
donde nada vuelve y todo está
perdido, es la perdida de nosotros
mismos aún desconociendo
ese si mismo que habita en
el fondo, de un pozo agitado
como en un pecho vacío y
en las cuencas de las manos
al parar en algún momento
lleno de rabia o sabiduría
no nos preguntamos más
que a nosotros mismos
y nos encontramos solos
en tal asfixiante silencio
¿y que hacer ahora bajo
la evidencia del problema?
¿empezar todo de nuevo?
el culpable, se refleja tras
el brillo de mis ojos secos
¿quién ha rasgado la piel
de este envase decadente y
por qué he vendido mi producto
interior y quien lo ha comprado?
el tiempo sigue corriendo
y cada segundo es pagado
por el empleador desde un
munúsculo trozo de su ganancia
obtenida por nuestro tiempo
ahogado en llantos secos
se escucha bajando los pisos
una tuerca apagada, un cuerpo
que sale fuera del tiempo
y de los sentidos necios.
hoy exijo al destino exiguo
mi vida de vuelta en un golpe
o en un cariño, yo lo decido