Cuando la noche se apaga
solo estamos los dos Señor
en un manantial de fe
tu compañia se afana a la mía
y la vida se alumbra divina.
Vienes desde allá Señor
y abres mis memorias
me dejas que te piense
que con una señal
las cosas son diferentes.
El día se abre Señor al tocarla tú
avanzas he iluminas mi mundo
puedo ver entonces que la luz es la
que convoca el espíritu.
Que hermoso es la luz de amor
que se aclama en mi ser Señor
lo más dulce y único de tí
que lava y limpia mi vuelo.
Me siento apoyada Señor
en la esencia creadora
que fundiste en mí
tu mi descanso y abrigo
mi remanso fiel.
Rosa Maria Reeder
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