EDGARDO

Te amaré por siempre dulce niña mía

Tierna como la sonrisa de un niño

Tu corazón ardiente de pasiones

Invita al holocausto de tu encanto

Llenando mi vida de ilusiones.

 

Cuando duermes

Eres como una indefensa criatura

Y cuando miras

Eres mortal daga que mata.

 

Me conduces al cielo

Con tus halagos

Y cuando quieres, al suplicio

Con tu letal  indiferencia.

 

Ardiente y fogosa

Develas tus  ardores

Desbordando cual río descarriado

Mis íntimos deseos.

 

Tu mirada me doblega

Haciéndome prisionero de tu hermosura

Mientras tu piel me encarcela

Con su ardiente galanteo que enamora.

 

Tu incestuoso cabello

Me conduce al camino del abandono

Mientras recorro tu silueta con mis besos

Termino perdido entre tus brazos.

 

No sé qué pretendes con este sueño

Que vive conmigo

Desde que te conocí

Y decidí entregarte mi amor.

 

Pero te aseguro

Que te amo con locura

Y que de mi vida eres

Mi tortura y mi alegría.

 

 Exhausto sin reacción alguna

Me pregunto

Si un día podrás amarme

Con la misma alegría que la mía.

 

Cuando estoy contigo

Mis días grises

Se convierten en multicolores

Y cuando me dejas

Nubarrones de zozobra invaden mis horas.

 

Si no te interesa mi amor

Déjame marcharme

Pero ten presente, que siempre estaré allí

Para cuando tú quieras, darte mi corazón y mi vida entera

 

 Mientras tanto, te seguiré amando

Con la misma ilusión

Sin importar si un día

Compartirás conmigo mi ilusión de niño.

 

Pero mientras viva

Mi corazón te pertenece

Al igual que mis sueños

Dulce niña mía.