Me abate tu actitud…tu devaneo:
¿Acaso es el relax de un nuevo día,
o la cruz de difícil travesía?
¡Pobre de ti sin canes, sin trineo…!
No sé por qué tus ojos ñoños veo
como sauces llorones en sequía,
aquellos que con triste sinfonía
arruinaron la cítara de Orfeo.
Es tu canción de un viejo clarinete
ya sin boquilla, sin soplos, ni campana…
¡No importa que en mis labios estornudes,
cantádmela…reclama tu juguete:
mi Lis de amor, mi edén y la manzana,
no importa que enmudezcan mis laúdes!
Orfeo: el padre de los cantos. Hay distintas anécdotas sobre Orfeo y todas dicen que tuvo un final malo.