Aquí vine a buscarte,
amada mía,
donde la calma me invade,
y me contiene,
sentado en esta casi misma,
mesa,
el sueño de tu ensueño,
me sostiene.
Un fantasma flota,
en esta altura desolada,
sobre el recinto,
va vibrando una promesa,
nuestra figura par,
también está plasmada,
para fecundar,
con tu magia mi tristeza.
Desde la espalda,
te veo y entreveo,
mi dedo,
rediseña un mundo nuevo,
está inspirado en ti,
y en tu belleza,
en el misterio crucial,
con que me besas.
Desde la ausencia vertical,
donde la nada,
alza su soledad monumental,
cansada,
se asoma mi humanidad,
tan desgastada,
marchita, un poco,
de blanco perfumada.