¡Ay Magnolia mía, te revuelves en la arena!
Te retuerces, buscas y frunces,
Aquellas palabras dulces de socorro pedido,
Miras a lo lejos buscando nada,
Pero la nada te busca corazón perdido.
Gota a gota pierdes tu risa,
Aquella sonrisa de taciturnas noches.
Aquel encanto de perfume añejo,
Que trepaba por mí para olfatearte con ojos.
Ojos, ojos que te miran alterados,
Te buscan con la pupila mansa en aguas,
Se pierden en tu océano de desconfianza
Y la indiferencia se apodera de tu frente.
¿Que me dices magnolia blanca?
Susurras fragmentos de vidas pasadas,
Pronuncias nombres que se han fugado,
Fugado por la estela que te está atacando.
No hables pequeña melodía,
No produzcas más acordes,
Guarda tu sinfonía para aquella noche de gala,
Que se acerca amenazante a tu puerta.
Te miro y tú me vislumbras de vuelta,
Y me miras como si fuera una extraña,
Atraviesa tu mirada mi pecho,
Como si fuera una simple mancha en la pared del recuerdo.
Ya nada, nada me dices,
Ya ni me cantas palabras errantes,
Ya ni siquiera me miras, desconocida,
Ni tu mirada se hace agua, iris chispeante.
Sólo eterno negro se hacen tus ojos,
Y tus pétalos pierden prestancia,
Te devoran las penas de aquellos años,
Te pierdes en el viento, paloma blanca.
16/12/09