El alma ciega de aquellos cautivos
que el odio fija, con sutil anzuelo
de mil y un pesar, suelen ser motivos
y al mundo causan su mayor desvelo.
Llevando en sus picos ramas de olivos
blancas palomas vuelan por el cielo
viendo a los hombres dejar de estar vivos,
Ciegos sus niños, en eterno duelo
Por armas muere, su luz de esperanza
sabiendo ellas que el deseo no alcanza
de ver a la paz, madurar la tierra.
Aceptando por norte la avaricia
y un dios, que se tarda en hacer justicia
todo hoy se resuelve al grito de guerra.