Mil retratos hay en mi vida,
me indican que aquí estás,
custodiando mis emociones;
me miras fija a los ojos
mas miedoso me escondo,
me pierdo ante tus ojos,
con rabia muerdo mis dedos,
no soy más que un cobarde.
Debo ser sincero Sofía,
desde que nos vimos
no dejo de pensar en ti,
quiero mas no puedo,
y aún pudiendo seguiría aquí,
encerrado a tus deseos
y comiendo de tu mano,
dependo todo de ti.
Estoy en una encrucijada:
tu amor o el de alguien más,
conozco la respuesta
y la encuentras en mi mirada,
sabes qué siento y aún más,
tienes mi alma expuesta
a tu percepción, tus ojos
o tus manos sean encargadas.
Simbolizas la sabiduría,
tu nombre es eje de filosofía,
y va de la mano con otro,
eres la ternura y la pureza
y aún más valiosa que el oro,
que la plata y la moneda,
si te tuviera en mis manos
un reino entero no bastaría.
Mas no soy escritor,
poeta o acaso un orador,
pero tú, mi gran inspiración,
haces que Neruda esté en mí,
y si yo “pudiera escribir
los versos más tristes esta noche”,
más de uno sería para ti,
tu desamor es lo que más me duele.
No sé si lo que hago es bueno,
no sé si lo bueno es bueno
o si es malo lo contrario,
no sé si el quererte
va contra mis principios,
mas la felicidad no es
el inicio ni el fin,
es el camino en sí.
Noche tras noche
parece interminable la espera,
la luna y las estrellas
saben de mi existencia,
mas nunca logran entender
esta insistencia de locos,
nos reservan junto a ellas
un espacio para dos.
Te burlas de mi desesperación,
finges no conocerme
aún postrado a tus pies,
sobran buenos comentarios
me dices lindo o amable,
palabras de una y otra vez
rebuscadas de una vieja canción,
Sofía, no me engañes.
Te escondes, te me pierdes
entre los caminos
de mi obsesión,
supiste entrar pero no salir,
estás enclaustrada
en mi corazón,
y yo en un manicomio
demente por tu amor.
No me interesa el universo,
si la Tierra se calienta
o que en los polos
hay deshielo,
qué me importa morir
entre desechos y mierda,
si es por ti que existo,
si es por ti que río.
Cómo me puede conmover
la crisis mundial
o la falta de moralidad,
si ante ti me vuelvo casto
me doy golpes de pecho
y rezo mil rosarios,
si ante ti dejo de ser ateo
y que un milagro puede ser real.
Te convierto en una ilusión,
siento el caer de mi frente
a mi cama solitaria y pienso,
si supieras quién para mí eres,
quizás también me amarías;
si supieras qué significa,
tal vez no odiarías tu nombre:
Sofía.