Una voz susurrante, varonil y dictadora
Le pedía sucumbir ciegamente a sus deseos
Ella inquieta, excitada y con el calor encendido
Solo escuchaba el mandato de aquel individuo.
Ella le insinuaba caricias un tanto perversas
El la observaba desde un sofá enfrente de ella
Solo su voz y su mirada lasciva la estremecían
Ella esperaba y obedecía lo que él le pedía.
Su respiración agitada provocaba su perversión
Un encuentro de pieles incitaba a su imaginación
Fue sutil al levantar su falda y separar sus piernas
Y al calor de sus tibias manos desnudo su silueta.
Sin más palabras se abalanzo hacia ella
Besos húmedos serian los protagonistas
Sin ápice de culpa encendió la hoguera en su piel
Hasta el extremo de hacerla estallar de placer.
Desde entonces ella vive ansiosa esperando
Aquella llamada que la invito a perderse
Ser sumisa ante esa voz que la enciende
Y que la llevo a lo eterno, acariciando a la muerte.
Autora: Tisbet Gonzales
Derechos de autor reservados
México.