No se puede despejar los deseos de la mente,
ni la bruma de la desesperanza.
Fue la mala suerte, seguida de esa terrible desgracia.
Un abismo interminable y un alma vacía,
algún lenitivo clama, suspira ante lo más horrendo y espantoso.
Triste, melancólico, fenecer quisiera.
Lúgubre reflejo; no se puede ver.
Crepita, llora, suplica la angustia lo acompaña.