No son de rosa, miel y nota
Son de hongo, ajenjo y latido
Nacidos del no-nacer,
sus llantos despedazan
la frontera con el mundo.
Rompen los gritos
que los señalan y obligan,
en añicos de dolor invertido.
Son como alimento de polilla
que marcan su presencia
con la huella que deja el agujero.
A veces, también crecen.
Como buenos vástagos del deseo más puro
polimorfos en apariencia
persiguen no obstante una causa común:
perpetuar su guerra con el horror del mundo.
En una huelga eterna que busca
descubrir el germen de la balanza quebrada
donde se gesta la tiranía de la vida.
Siendo por ello todo menos eso: versos.