Como un robinsón en el mar desierto
en una isla de todo alejada resisto,
desamparado del amor
y de soledad estremecido.
Las olas traen a veces aromas y
fragancias desconocidas,
junto a maderas y restos de naufragios;
proyectos rotos que yacen
en insondables abismos de tristeza.
Arde siempre durante la noche
una hoguera en lo alto del acantilado,
última señal de esperanza a tí dirigida,
amor lejano, con el deseo
que pudieras percibirla.
En la luna llena canto mis poemas
bien fuerte por si los oyeras,
y bailo y convoco los espíritus
que habitan debajo de la tierra,
para que me lleven a tu lado
y no me muera por tu ausencia.
Junio 2016