LUIS ADONAY VENEGAS LEYTON

Remolinos de agua

Remolinos de agua 

 

En tanto el viento juega a emborracharnos

con sus juegos redondos

de los anillos de polvo del camino

que en un solo pie bailan y se arrancan

por el camino largo y se esconden

en la primera curva  

desapareciendo entre los árboles.

 

A media tarde pasamos el puente

sobre el río de antaño y claro,

fresco como antes dode juega la vida

como ha jugado siempre por tantos años,

en carreras de niño por la arena blanca

o en mates dulces con hierbas del campo

a orillas del río en su remanso.

A la sombra de ranchas de hojas verdes

colmadas de gente que lame sus sudores

y sombrea sus cansancios

de una semana o un año de trabajo

aquietando las  penas de toda una vida

laborando.

 

Disfrutar el día de las aguias del remanso

es curar heridas gozando la existencia,

lavando penas con cantos de alegría y risas

que surgen de una guitarra que suena y sueña

por las tardes y noches

bajo la  luna plateada

que también se baña y goza de esas aguas

que corren saltando de piedra en piedra

hasta su entrega final

cuando vacia sus aguas

colmadas de anégdotas y sueños...

 

Cuantos recuerdos aparecen y saltan

al contemplar las aguas de esos remolinos

que han envuelto fantasías y juegos

de tanta gente de la ciudad que lentamente

han subido y bajado esos caminos largos

de tierra, piedra y barro

buscando llegar hasta el remanso

para gozar sus silencios,

sus abrazos y caricias de soledad profunda

llenas de besos oscureciéndose el día

o junto a la luna amándose en secreto,

sentados en las rocas cerca del cerro,

escuchando los silencios del universo

envuelto de azabache y brillo de estrellas.