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Tragaluz: Un aplauso por los que sufren.

Tragaluz: Un aplauso por los que sufren.

Señores y señoras que han venido a escuchar a hablar al Papa sobre el  viaje errático  de humanidad y su salvación ante una inminente catástrofe, antes de ese momento mágico, quiero contarles un accidente del que he sido testigo.

La escena es breve, y como los perfiles psicológicos apenas tendrán ocasión de ser explorados, más que superficialmente,  se los describiré. La escena  tiene lugar entre un trabajador con conciencia individualista que solo piensa en disfrutar de su tiempo libre, y intelectual excluido social, con una gran conciencia sobre la vida y la dignidad  que ha agotado su ultima céntimo y  quiere suicidarse tirándose a las vías del metro aprovechando la visita del Papa.

Empieza así la actuación:

Acaba de llegar de la taquilla del corte inglés un trabajador de correos con el ticket del rototom feliz por empezar sus vacaciones. Su casa, humilde, limpia. En el salón  una pecera, flores en la mesa, maceteros en las esquinas, una gran tele y un sofá con  una tortuga durmiendo  con una pegatina de correos en la concha.

Enciende la tele y sale un presentador al uso hablando sobre la miseria del mundo:

Seamos deportivos y civilizados, no vivimos en una nube, sino en la tierra, por eso pido un aplauso no a los de siempre. Sonriamos y aplaudamos a los que pierden, a los que sufren, pues ellos también salieron a luchar como usted y como yo. Solo que lo hicieron sin ningún plan de batalla, sucios y llenos de mugre. Bajaron a la calle, y por todas partes encontraron manos que les aplastaban,  cables que saltaban de los techos, sillas que volaban con cuerpos estrellados entre cristales, bocas que les mordían. Sin embargo, aunque esto les parezca aterrador, lo aterrador era…que había que dejarse morder, lo contrario hubiera sido un suicidio.

EL trabajador aburrido cambia a un canal de vídeo clips y empieza a cantar en el sofá viendo un vídeo  de U2, Pride, in the name of love.

Señores y señoras, dentro de unos segundos llamaran a esta puerta, pero ante, seguiremos a un hombre arruinado que camina sobre los raíles del metro de valencia frustrado porque no ha cogido el metro por no tener dinero para pagar el tiket , ni ha podido  saltar dentro  por estar lleno de policías por la visita del Papa.

Vuelve a casa caminado por el barrio del Carmen entre putas y yonkis  con una extraña mezcla  entre las nauseas de vivir y el hambre que tiene ante el olor familiar  de unos bocadillos de calamares que  les ha llevado un macarra a unas putas.

Al subir a su casa  atraviesa la puerta, un fuerte olor a suciedad y carestía   le sacude la cabeza. Toda esa inmundicia le tranquiliza, son como lilas blancas que adornan su alma. Se tumba en el sofá donde ha echado raíces mientras ve pasar un vagón por el salón al que desea subir. Se levanta y sin darse cuenta llama a su vecino que ve la tele.

Este sale.

Mira contigo quería hablar. Tengo que salir unos días, ¿podrías cuidarme los peces, la tortuga y las plantas?

La televisión cambia su programación musical.

Interrumpimos la programación para darles cuenta de un terrible accidente en el metro

( con gesto de alarmado en el rellano  y presintiendo algo)

 

Perdona

¿puedo pasar a ver la noticia?

El trabajador extrañado por el énfasis de sus gesto, sin comprender que le pasa, aunque presiente una terrible lucha interior.

Claro.

Ambos se sientan en el sofá y escuchan la noticia:

El presentador.

Un terrible accidente ha ocurrido en el metro de valencia.

Mirando al suelo le comenta a su vecino con gesto depresivo.

¿No lo creerás? Pero yo deseaba coger ese vagón.

Este le mira perplejo, como si estuviera loco:

¿ qué dices?

Insiste:

Qué yo quería coger ese vagón, pero no tuve dinero.

Alterado apaga la tele, balbuceando:

No estás bien Andrés.

Intenta hablar pero los gestos negativos de su vecino no se lo permiten

Escucha….

Le ordena:

Vete.

Señoras y señores, la escena verdadera que  termina aquí, acaba de empezar, les pido un fuerte aplauso para todos los que sufren.

Angelillo de Uixó.