Tragaluz: Un aplauso por los que sufren.
Señores y señoras que han venido a escuchar a hablar al Papa sobre el viaje errático de humanidad y su salvación ante una inminente catástrofe, antes de ese momento mágico, quiero contarles un accidente del que he sido testigo.
Señores y señoras, dentro de unos segundos llamaran a esta puerta, pero ante, seguiremos a un hombre arruinado que camina sobre los raíles del metro de valencia frustrado porque no ha cogido el metro por no tener dinero para pagar el tiket , ni ha podido saltar dentro por estar lleno de policías por la visita del Papa.
Vuelve a casa caminado por el barrio del Carmen entre putas y yonkis con una extraña mezcla entre las nauseas de vivir y el hambre que tiene ante el olor familiar de unos bocadillos de calamares que les ha llevado un macarra a unas putas.
Al subir a su casa atraviesa la puerta, un fuerte olor a suciedad y carestía le sacude la cabeza. Toda esa inmundicia le tranquiliza, son como lilas blancas que adornan su alma. Se tumba en el sofá donde ha echado raíces mientras ve pasar un vagón por el salón al que desea subir. Se levanta y sin darse cuenta llama a su vecino que ve la tele.
Este sale.
Mira contigo quería hablar. Tengo que salir unos días, ¿podrías cuidarme los peces, la tortuga y las plantas?
La televisión cambia su programación musical.
Interrumpimos la programación para darles cuenta de un terrible accidente en el metro
( con gesto de alarmado en el rellano y presintiendo algo)
Perdona
¿puedo pasar a ver la noticia?
El trabajador extrañado por el énfasis de sus gesto, sin comprender que le pasa, aunque presiente una terrible lucha interior.
Claro.
Ambos se sientan en el sofá y escuchan la noticia:
El presentador.
Un terrible accidente ha ocurrido en el metro de valencia.
Mirando al suelo le comenta a su vecino con gesto depresivo.
¿No lo creerás? Pero yo deseaba coger ese vagón.
Este le mira perplejo, como si estuviera loco:
¿ qué dices?
Insiste:
Qué yo quería coger ese vagón, pero no tuve dinero.
Alterado apaga la tele, balbuceando:
No estás bien Andrés.
Intenta hablar pero los gestos negativos de su vecino no se lo permiten
Escucha….
Le ordena:
Vete.
Señoras y señores, la escena verdadera que termina aquí, acaba de empezar, les pido un fuerte aplauso para todos los que sufren.
Angelillo de Uixó.