Cercana a tocar con sus lánguidas manos,
ese fin que se torna en principio,
esa noche que se torna en día,
esa noche que amanece otra vída,
donde sus sueños no durarán una noche
y noche, solo será en sueños.
Sus vidriosos ojos verán la Luz,
y empañados por la emoción,
serán el reflejo de una ilusión
de ser algo, de estar llenos,
olvidando el temor de ser
una eterna noche sin luna.