‘’Seudónimo Alejandrina’’
Entre el cielo y usted señora madre,
me he quedado con su nombre
como bastión de luz.
Porque es el nombre de una mujer grande,
como de árbol frondoso y tierra fértil,
de trigo maduro y pan horneado,
de temple, fundado en el país de los pobres.
Recuerdo tus manos Alejandrina;
allí, ardió la pena…
y la plegaria giró redonda
en tu rosario de cuentas hortelanas.
El árbol centinela aún te invoca en el quejido de sus ramas.
Así te busco entre mis soledades, madre mía,
y vuelvo una y otra vez a tus maternales brazos,
así como vuelve el agua en la magia de su canto
a desovar entre la nieve; cerca del cielo.
Sé que vivo en la luz de tu halo,
atada a la raíz de tus misterios.
En tu nombre encontré la gracia salvadora
del hastío cotidiano,
sobre tu regazo siempre se inclinaba algún poema
buscando mi voz para cantarlo,
la fuga de los cisnes y su ‘’frú frú de raso’’
batieron el vuelo al fondo de tus ojos cansados.
Mi madre nunca ungió sus pies en el mar,
por eso yo la llevo a caminar por estas arenas
y derramo sobre las aguas su perfume lejano,
su aroma agrario de jazmines y de dasmes.
Tras de esta flor de aire,
como avutardas blancas,
las olas vienen a interrogarme hasta la orilla,
saludando este pedazo de raída tela;
fuente ancestral de mi esperanza,
mientras intento reparar con mi pobre verso
la honda herida del olvido.
Siento que aún se envuelve a mis brazos,
la dulce savia de tus parras azules
y no son mis manos las que parten el pan
en estas mañanas frías de junio.
No es esta lágrima la que llora
cuando me estremece la letanía de la tarde.
No son mis labios los que siembran
las azucenas en la frente dorada de mi hijo.
Eres perenne como el amor, como la muerte,
bordón magnifico en la alta rosa de mi sangre.
Tu nido aún trepa como ayer
entre mis cansados huesos
y nos buscamos dolientes en el mismo espejo.
¡Yo soy la parturienta...!
la que se preña cada día entre tus sílabas
Aleja mía…
la luz carmín que brotó exacta desde tu vientre,
ésta mujer que con irredentas manos,
te nombra e inscribe tu memoria
con tinta y sangre en sus poemas.
Alejandrina