Me sacude el alma.
La página es
un universo blanco.
No llenes con palabras el ruido,
que lo no dicho me arrastra.
¿Quién dijo que la razón nos domina?
ese alguien estaba equivocado.
Buscará alguna razón más razonable
para tristes enunciados.
No seré yo quien diga
que todas las tonterías fueron
mis más profundas verdades,
que ocupé mi tiempo y mis días,
porque el ocio me aterra,
que gasté tinta y teclado
escribiendo nombres,
porque me espanta
escribir el vacío;
que lloré, es cierto...
pero solo porque me asusta
ausentarme de sentimientos.
Tengo una orfandad pequeña de la vida,
y un gran matriarcado de la muerte.
Estoy dispuesta a des-hacer estigmas
para des-coronarme mesías.
Que la lluvia lave las heridas,
ninguna causa será
más importante que ninguna,
alguna será menos importante que todas,
y menos es más... siempre más.
La justicia es la que olvida por igual.
El olvido es esa muerte justa
de la conciencia.
Todos los zapatos van
hacia donde hay preguntas,
caminan ensayando respuestas.
Pero los muertos no se cuestionan,
no se enmiendan,
saben que Caronte los lleva sin retorno.
Ni cara ni cruz en sus manos.
Des-carada... des-cruzada vida...
Oscuridad de la tarde,
que me llenás de luz.