¡Mi mamá me dice que aborte!
¡Mi mamá me dice que aborte!, ¡aconséjeme pastor!..
Primero le pido perdón, porque yo sé que he pecado,
pero a dos enamorados es difícil atajar,
y los besos se suscitan y las caricias arrollan,
y, al fuego de la pasión ya no se puede pensar.
Pero tengo dieciséis, y aún curso en el colegio,
me faltan todavía tres, estoy en bachillerato,
él sólo me lleva uno, y también está en cuarto).
Hace dos días que lo sé, y me la paso llorando,
mi papá no quiere hablarme, y mi mamá, ya le dije,
no para de aconsejarme: -“¡Qué todavía soy muy chica!,
¡qué voy, la vida, a arruinarme!, ¡qué mi novio es un mocoso!”,
y un montón de cosas más, que me imagino ya sabe.
Anoche pasé pensando de todo, ¡hasta en suicidarme!,
pero después me di cuenta: muerte por muerte es lo mismo,
¿Cuál, Dios, podrá perdonarme?, ¿si desespero y me mato,
¡o le hago caso a mi madre!?
¿Ser una madre soltera?, y él: ¿considerará casarse?,
¿casarme?, ¡con dieciséis!, ¿para después separarme?,
¿Qué dicen las estadísticas?, así: ¿le va bien a alguien?,
¡Aconséjeme pastor!, no sé qué hacer, y coraje,
¡es lo que me está faltando!
Hoy a la mañana vino a visitarme mi abuela,
porque al saber mi problema, quiere ayudarme, y me dijo
que puedo vivir con ella (si se pone malo mi padre),
que me apoya en lo que sea, que podría tener mi hijo,
y después dárselo a alguien que quisiera adoptarle,
que piense bien y decida, y se quedó hasta la tarde.
El aborto es ilegal, ¡pero todo el mundo lo hace!;
me dijeron dos amigas que a ellas les pasó igual,
una lo hizo a los quince y la otra ¡uno antes!,
que duele, sí, y muchísimo, pero que el dolor se pasa,
y una aprende con eso que mejor hay que cuidarse,
que existen las pastillas, profilácticos, inyectables,
y otros variados métodos para que no vuelva a pasarme,
que con el tiempo se olvida y nadie habla más nada.
¡Yo sé que esto es mentira!, ¡que una mancha muy grande
va a estar siempre en mi alma!, que me va a costar dormir
si quito la vida a alguien, y ¡a mi propio hijo!,
¡no creo que pueda olvidarme!
¡Aconséjeme pastor!, ¡¿Qué le contesto a mi madre?!