No sé como decirlo o expresarlo.
Quiero hacerlo en sonoridad,
con belleza, ternura y el crepúsculo
de un verano en primavera.
Eso que me humilla está estampado
a mitad de ti como joya solitaria,
privada y secreta.
Puedo pasear por desiertos,
luminarias, hojas invernales,
nubes altas, nidos de golondrinas y
voces confusas del viento loco
mas no estar apaciguado.
Cuando en silencio dejas que mis labios
recorran tu flor grande, abierta y ancha
yo me entrego a vuelos perdidos,
a eternidades doradas,
a ocasos sin retornos y a aguaceros
salidos de volcanes violentos.
En esta discreta buhardilla,
llena de penumbra,
esto es lo sumo, excelso y mágico.
En tu centro de azahares confluyen
relámpagos, torbellinos,
versos e insondables ondas caprichosas.
Todo llega aquí y todo sale de aquí
como la inacabable tierra fecunda.
Amor, si sortearme los resquicios quieres,
déjame aquí toda la noche,
jugando con este aroma
ensoñador y hasta que besen
olas las piedras y aparezca
la misteriosa voz del alba cantando a tus oídos.
Tendido y con el rostro perdido
en tan sublime manantial,
serè el obrero y pintor de los oscuros y
desamparados médanos nublados.