Jesús Lantigua

PRIMICIA

 

 

Era un muchachito

recién destetado del frágil juguete,

inventándome el mito

y, ella, me sonreía desde su cachete.

 

Ponía en las miradas

un acento extraño que me estremecía,

con locuras diseñadas

y, yo, la miraba y me sonreía.

 

En un instante

 no sujeto al detalle de la memoria

fue intensa su muda declaratoria

y me besó anhelante.

Fundimos las bocas

con la estrechez de simples adolescentes,

fantasías de tantos juegos presentes

en pinturas barrocas.

 

Acaricié sus pechos

rozando un deseo casi de estorbo,

escena prendida por ese morbo

de labios maltrechos.

Intento de novato,

domador inexperto de morados pezones,

que palpaba con la piel de las ambiciones

su sexo sin recato.

 

Nos sorprendió el amor

desflorando conceptos espirituales,

sorprendidos de vernos sin el temor

de los goces sexuales.