Amada.
Si me preguntas, ¿quién eres?
pienso interpretar tu cuerpo;
recordar en la almohada
el idilio de un momento.
Me permitiré segar
entre las espigas del verso
mi primer “te quiero”.
Y antes de pronunciar
la frase más tranquila
que viene de mi mente,
recordaré tu amor
y responderé:
soy un beso.