Guerbib

Desesperación

Muerte, ¿dónde estás? ¿Por qué no me respondes?
Intento llegar a ti y más te alejas, ¿por qué
vuelves a distanciarte de mí y de mí te escondes?
Inclemente Parca, ¿por qué huyes de los que tu nombre
dicen y te acercas a los que tiemblan ante él?
Ante ti me presento porque quiero entregarte
este pobre corazón que está ya malherido,
sometido al despecho de los hombres, alarde
trae consigo de su entrega completa, y luego cae
al suelo por manos traidoras, quedando dolorido.
Recibe, pues, de mí, ¡oh dulce Muerte!,
este preciado bien este precioso don;
gústalo como lo que es: el mejor presente,
aunque modesto, que tengo para ofrecerte,
donde hallarás un poco de mí en cada rincón.
Acude pronto a mí, no te distraigas por el sendero,
como si fuera yo tu sola y única meta,
objetivo de tu caminar, y coge de mi pecho
nada más que este triste corazón enfermo,
lacerado, y mantenlo contigo donde quieras.
Ansío que recojas lo que ya te pertenece:
guíame hasta ti, tómame de la mano,
rózame con tus fríos dedos los ojos y la frente,
induciéndome al sueño, para ya por siempre
mudarme de este mundo al otro lado.
Apresúrate, Parca, date prisa en acudir a mí
sé que no siempre tendré coraje para volvértelo a pedir.