Nacemos sin ilusiones
ni forma de ser marcadas,
aspiraciones dormidas
y nuestros genes en calma.
Predestinados, quizás
por nuestro color de pelo,
nuestra tez y nuestro origen,
pero libres bajo el cielo.
En pocos años crecemos
y de nosotros depende
ser personas de provecho
o parásitos por siempre.
La educación de los padres
es la base del camino,
y estudio y aprendizaje
marcarán nuestro destino.
El final de nuestra historia
cada uno lo elegimos
sin poder culpar a nadie
de los fracasos vividos.
Por eso es muy importante
si se es padre, como hijo
conocer que es ley de vida
crecer y volar del nido.