En actitudes enunciativas, apostróficas y carmínicas,
Don Quijote y Sancho Panza,
En un lugar de La Mancha,
Un folie a deux en prosa y verso
Donde no quiero acordarme,
Con Dulcinea del Toboso su musa,
Escribían y recitaban sus poemas.
Sancho era un rucio métrico,
Prosa en refranes labraba su lengua.
Don Quijote era un Rocinante libre,
Verso en discursos afilaba su pluma;
Tanto, que ni Benengeli con sus acrósticos
Ni Avellaneda con sus caligramas,
Fueron capaces de reproducirles.
\"¿Cómo quieres escribir versos libres
Si no recitas con soltura un soneto?\"
\"¿Cómo quiere usted recitar versos métricos
Si no escribe con propiedad rima y ritmo?\"
Su discusión era una alegoría de La Mancha:
Metáfora la consonante, Imagen la vocal,
Hiperbatón las ventas, Hipérbole los molinos,
Ironía los duques, Símbolo Marcela,
Enumeración la biblioteca, Anáfora Andrés,
Sinestesia Montesinos, Paradoja la ínsula,
Pleonasmo los encantadores, Paralelismo los galeotes,
Degradación Clavileño, Elipsis el curioso impertinente,
Calambur los Caballeros, Metonimia el testamento.
Tanto Ad ovo como In media e In extrema res,
Caballero y escudero son la poesía moderna,
Canto a la libertad, rebelde, Alejandrina,
Que juega con la sinalefa, la diéresis y el hiato,
Que baraja con el metro, la rima y el ritmo,
Y experimenta con la melopeia, la logopeia y la falopeia;
Fierabrás que se lee a sí misma y nunca se agota.