Con mis dedos he podido rozarte…
ciegos nos hemos ido palpando
por entre las hojas que
vuelan por el aire,
buscándonos a gritos,
llamándonos con miradas,
cruzando el umbral
de una puerta abatida,
con solo pasos de miedo,
evitando el abrazo y renegando
lo mejor de nuestra vida.
Con llagas en el alma
nos encontramos,
la batalla al tiempo le ganamos,
pero, te siento más ausente
que antes de encontrarte,
y así aún sin celebrarnos
perdimos la esperanza,
el miedo ha congelado
ese arrojo en un instante.
Nadando hemos llegado justo,
donde se juntan nuestros mares,
Sintiéndonos tan cerca,
nos hemos seguido de largo,
eres amor que te disipas
como ceniza en el fuego,
me miras desde lejos y yo
temblando me quemó.
Tu imagen se pierde entre infiernos,
desiertos y cielos, sabiendo que
mis ojos se marchitan por las lágrimas,
que no mojan mi cara pero,
me están matando el alma
¿Por qué si nos amamos
seguimos evitándonos?
El tiempo se escapa y se lleva
nuestros besos, caricias y deseos
que nos darían la calma.
Yo sigo donde siempre,
mirando sin mirarte.
Si quieres, vida mía,
ven sin contar los pasos,
porque mi cuerpo está sentado
esperándote en cada ocaso.