Hoy casi te escribí un poema:
Esta madrugada como a las dos o a las cuatro
Yo te escribía otro poema,
Una vez más sobre la blancura de tus manos
Y tu nielada cabellera;
Perorata llena de un sonido sonsonete
Sobre tus cristalinos ojos,
Pero no tenía rima buena y coherente
Ni bella métrica tampoco;
Y por fin, como si el viento frío y ondeante
Que murmura en las madrugadas
Compadecido de mí, en ese preciso instante
Me revelase en qué fallaba,
Pude ver, ya con mi habitación llena de luz
Que, a tu alma, tan única y linda,
No existe rima, ni métrica, ni verso algún
Que pueda, aspirar describirla.