Me agrada irte descascarando como a una cebolla, capa por capa, hasta alcanzar el nudo inalcanzable de tu propia mismidad. Y eso porque sospecho que detrás de tanto devaneo, detrás de tanto velo y de tanto desvelo, algo te va a quedar. Te va a quedar la emoción de la inminencia de la víspera. La esperanza de que detrás de tu descascaramiento total, quede tu palabra reverberando como un péndulo entre lo más obvio y lo menos dicho. Te va a quedar el aura del día menos pensado florando en el espejo que mejor te convenga. Desde la ascensión a lo más sublime, hasta la descensión a lo más abyecto.