Te miré a la cara en la tarde triste
te vi derrotada con ansías de muerte
te abrí mis brazos apretando fuerte
había olvidado que una tarde te fuiste
Dos lágrimas rodaron por tus mejillas
comprendiendo que el perdón había llegado
era tanto, tanto lo que yo te había amado
que en mi pecho no cabía la rencilla
Como antes vuelve a palpitar mi pecho
buscando en el silencio los besos de la amada
que se acopla a mi cuerpo en la noche estrellada
cuando se juntan los cuerpos y me ama en el lecho