Que el mundo entero lo sepa, lo grito a los cuatro vientos,
ha de viajar mi mensaje desde el levante al poniente;
soy lienzo de seda pura mutado en breves momentos:
¡cuando apenas era un nardo que apetecía la gente!
Estaba ya señalado, desde el vientre de mi madre,
que después de haber librado, una batalla exigente;
un jazmín a mí vendría, enviado por el Dios Padre:
¡para sacarme por fin de esta celda deprimente!
Prisionero sé que estoy en el cuerpo de un hombre,
y ni siquiera podré con mis ojitos de niño:
¡conseguir que con tu piel todo mi cuerpo se alfombre!
para hacerle al mundo entero mi más inocente guiño
Quiere romper la coraza, el infante verdadero,
para abrazarse contigo y entregarte su cariño;
pero ahora me doy cuenta que ya no soy prisionero:
¡porque la puerta me abriste y a tu cuerpo bien me ciño!
Lo que vino de la tierra debe regresar a ella,
porque aquí el demonio mismo nombrado fue carcelero;
tú conmigo irás pequeña viajando sobre una estrella:
¡y cuando estemos muy alto nos alumbrará un lucero!
He conocido en tu Alma el súmmum de la belleza,
y frente a los que se opongan ganaremos la querella;
porque ahora iremos juntos renunciando a la tristeza:
¡y vestirás cual abrigo: ¡el lienzo, mi gran doncella!
Tómame y nunca me dejes, cobra lo tuyo con creces,
que yo bastante ya tengo: ¡de la poesía alteza!
deja que el lienzo te abrace y quiéreme cientos de veces:
¡pues lo que el ángel te dijo... ¡es en mis ojos pureza!
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino