Tu
revives los colores del sol a su caída.
Esas nubes color rosa están en tu rostro.
Tus mejillas
llevan implícita la dulzura del aire al caer la noche.
En tus labios la sonrisa y la felicidad se besan,
como la luna y las estrellas
en el cielo calmoso.
Tu
tienes el sueño en tus manos,
no sólo en la mente.
Decides, amas, andas y vuelves.
Tu colocas cada lucero del firmamento
en su lugar
y tu mirada,
dulcificando tu cuerpo,
al anochecer,
anima y convoca a volver a nacer.