Déjame, déjame soñar…,
los sueños son míos,
¡no me los pueden robar!,
son patrimonio espiritual.
Déjame, déjame sentir…
la suave caricia de la brisa
y su leve susurro percibir
sosegada y sin prisa.
Déjame, déjame acunar…
aquellos deliciosos momentos
que colmaron mis anhelos
y necesidad de amar.
Déjame, déjame escuchar…
sus voces infantiles riendo,
que el tiempo enmudeció al pasar
dejando un silencio de miedo.
Déjame, déjame amar…
A todo ser viviente en la tierra,
las artes, la música, las letras
y adorar a mi Dios en un altar.
Déjame, déjame creer…
En un mundo nuevo, fabuloso,
revestido de un amor inmenso
sin guerras ni ansias de poder.
Y que nada enturbien los cielos
siendo libres como el viento
dejando florecer al pensamiento
entre versos, estrofas y sonetos.
¡Déjame, déjame hacer realidad mis sueños!
Fina