Murialdo Chicaiza

ENCRUCIJADA

En el espectral silencio de esta madrugada

mi cuerpo lejano al tuyo te recuerda

aún no se apaga la luz de unos besos

las marcas en fuego de tus caricias

ni el estremecimiento de mi piel en agonía.

 

Mujer, tú me amaste mas no debías

y yo te amé, la porfía es nuestra;

me consumo en el recuerdo de tu desnudez

sabiendo que nunca más seré tuyo.

 

¿Cómo podré amar a otro ser que tú no seas?

Si cada vez que ame  tú serás la amada

aunque no recorra tu piel lejana por siempre.

¿Cómo amarla, sin traicionar tu alma?

 

Digo adiós a la pasión y al amor, me quedo  solo

en el territorio de la esterilidad y el olvido.

Tal vez en otro mundo en un lejano universo

nos encontremos para amarnos todavía.