Lágrimas que ahogan un llanto
viajan trémulas el largo camino
del cause seco de un río
sin acantillado
por un dolor sentido.
Por la partida triste
queda un alma herida
desaparece la paloma en el monte
se desconoce su vuelo
remontó su horizonte
y sin saber si anida.
Lo árboles mustios del otoño
sollozan en el invierno
que pretenden dormir
sin serenidad, silentes
entre torrentes y cortados latidos.
Más cuando el alba florezca
no habrá tristeza ni olvido
el mismo cielo será testigo
de sueños impedidos
que se harán presentes
borrando el dolor vivido.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 22-07-2016
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