Si mastico la poesía como antibiótico,
es para batallar contra las bacterias del olvido
Olvido las palabras y los hechos.
Consumo poesía y como antibiótico
debo secuenciarla, ordenarla
y alarmarme.
-por una semana, cada doce horas-.
Esperar la estrategia, para dar con el tiro.
En la lucha,
se me caen algunos soldados,
que se resignan ante lo desértico
amurallado.
En la arena deslizo, hasta que como palabra
llega el hálito frío
que canta victoria entre tanta náusea
y mareo.