Parece que la incerteza está inscrita en la cosa misma y tambien en su representación intelectual, parece que la incerteza varía por el tiempo y, consecuentemente, por la superación contínua de los paradigmas sobrevinientes. Es lo que Hegel nos sugiere. Lo que Kojeve vino a rescatar, lo que Lacan supo focalizar.
El ser se dice de muchas maneras, dijo Aristóteles, pero, adversativamente, contiene sus antecesores negados y superados. Siempre está en devenir. Es y deja de ser.
La cuántica se mueve en el mismo sentido infinito. Nicolás de Cusa entrevió está dificultad y la encontró muy apta como para continuar la vía negativa que arranca con Parménides, sigue con Platón, continúa con Dionisio Pseudoareapagita, con el ya mencionado Cusano, posteriormente continúa con Kant y su distinción diádica de la cosa, sigue con el mismo Hegel y la espiral dialéctica triádica, y hasta florece con Wittgenstein y lo que no se puede decir que sugiere una insuficiencia representativa suficiente para callar, para terminar en Lacan y la esquemática kantiana repuesta por Piaget como carencia, intotalidad, incerteza, deseo, impotencia, insuficiencia, que nos acucia y nos impulsa en el devenir de la psicología evolutiva.
Dios mismo, es el que no es, en la teología. La lógica paraconsistente recepta está visión, Popper la consagra con la falsación y Kuhn irrumpe con su tematización del paradigma episódico donde la certeza es concertada por el círculo rojo que aprueba el cientismo. No hay exactitud ni ciencia exacta, entonces.
Como se ve, hay una negatividad diacrónica permanente que expresa una pureza y una riqueza argumentativa que subyace en todos los sistemas filosóficos, incluso en el pensamiento de Marx, precisamente apoyado en la dialéctica de Hegel de la infinitud incierta y en la lucha de clases que no fue en todo el curso de la historia fenomenológica, y en medio de una epistemología también infinita, incierta, y cambiante, desde el idealismo a la inversión dialéctica, desde la existencia de fundamentos de Heidegger, hasta en la ausencia de ellos de Rorty.
El devenir consiste en ser lo que dejará de ser en un recorrido que conduce al infinito, es decir que conduce a la incerteza, a la indeterminación, a esa manera de ser que se inscribe en la no cesación de la no terminación del no ser. Y esto no solamente vale para el ser que va siendo no todo, sino que también incluye el bamboleo entre el ser que será o en potencia y el que fue y que dejó de ser en acto. En verdad el ser se dice de muchas maneras, como proclamó Aristóteles, pero podemos sospechar que El filósofo no lo concibió como un infinito fugitivo, inasible, contradictorio, y negativo. Claro, el ser ontológico aristotélico era palabra y cosa, pero sugería aquello del acto que confirma la potencia, además de constituirse como cosa y conocimiento lingüístico de ella, sendas cosas. ¿Para pensarlo, no?