Soy invierno y a su frialdad,
solo le falta congelarme el alma
con dunas en mi piel y nieve en mis cabellos
que son las huellas que los años van dejando
semejante a un reloj que va marcando el tiempo.
Sé, que en el tren del olvido se marchó mi primavera
pero no puedo obviar, que disfruté y fuí feliz
aunque tuve mis momentos de tristeza y desengaños,
pero aún así, no puedo quejarme de la vida
porque pude vencer los escollos que encontré.
De sus jardines mas fragantes tuve la dicha,
de poder saborear del néctar de sus flores mas hermosas
y aunque muchas de ellas me dieron su perfume
y sus mieles otras, me dejaron cicatrices en el alma.
Pero no me arrepiento haber vivido
porque la vida, es una escuela sin graduados
y la experiencia, es el diploma que recibes
por los triunfos y fracasos que ella te va dando.
Sé, ya no soy lirio de fragante aroma
que al tocarlo, su perfume incita a la pasión
Nó, ahora por ser invierno, soy un tronco seco
que se ha quedado deshojado, sin poder de nuevo retoñar.
¡Pero tengo el privilegio de que aún vivo!
y se muy bien que estoy andando, por la ruta
que se borra mi huella al caminar
donde al final, hay un profundo abismo
que al caer, no se puede regresar.
¡Pero que importa! en que hondonada caiga,
si después de disfrutar tantas primaveras
hoy puedo decir, que aún siendo invierno soy feliz
porque no me arrepiento por todo lo vivido.