Pequeño niño, contienes el universo en tu mirada,
estrellas en tus ojos.
Pequeña niña, dorada piel de pastel, cabellera de oro,
como tu madre celestial.
Te he esperado tanto, pequeña niña, el tiempo fue eterno,
ahora no transcurre, solo permanece, mientras miro tus ojos celestes.
He vivido atento, presente, ausente, pendiente y doliendo,
mientras te veo pasar por mi balcón, con tu uniforme azul.
Sonrió y me miras, tu sabes muy bien que ilusiones adolescentes se forman en mi en ti,
porque nuestras miradas se encuentran, día tras día, a la misma hora,
Mientras tu, pasando vas por mi balcón, por mi calle.
Tu sabes que mi mirada brilla cuando mis ojos encuentran tus ojos,
y yo lo se, porque tus ojos brillan y no se retiran, cuando alzas la vista
para encontrarme mientras te espero pasar, por mi calle, debajo de mi balcón.
Devuelveme mis poemas, niña celestial, aunque son tuyos,
Devuelveme mis poemas por favor, muchacha que transitas por mi balcón,
Aunque te los he leido todos, aunque te los haya dibujado, y trascrito en la piel,
regresamelos, arrancatelos de los labios, de las mejillas, de tus manos.
No por que no te los merezcas, son tuyos, pero mi alma se siente vacia sin ti,
y lo único que me quedan son mis poemas, tus poemas, solo letras, y mi alma.