Como una tempestad
cargada de rosas color rubí
semejantes al brillo
que te mostraban mis mejillas,
me envolviste en tu amor
y me hechizaste con el conjuro de tus ojos
que al mirarlos,
me sumergieron en un profundo sueño
inundado por el mar de tus besos.
Fue después cuando
la dulce melodía de tu voz
consiguió acariciar mi alma
y brindarme entre acordes de fantasía
la pasión por mí anhelada,
la pasión de tus Te quiero.
Fue justo en ese instante
cuando comprendí que tu futuro y el mío
solo podían escribirse
bajo un mismo destino,
con palabras que son imágenes
y con imágenes que son nuestro relato.