Nubes lanzadas desde tierra,
en una llamarada de plata que hiere el cielo.
Los pasajeros del aire
leyeron el aviso al pasar por los pueblos
salpicados por lóbregas cúpulas azules de media teta,
dominadoras de un erizado mar de casas , plazas, arenas ,
y criaturas dentro en un laberinto de cemento,
de espaldas a los almendros,
que se iban hundiendo entre la espuma y el fuego.
Cayeron sobre una sartén con aceite los olivos y las palomas.
Sería ya para siempre San José,
pues el hombre de las acequias,
estaba fatigado de las olivas y las palomas.
Quería ser espadachín de los fogones,
y porteador en las maratones de montaña.
Entre tanto ,
las abejas y las mariposas
se convirtieron en kamikaces
polinizando las flores en llamas.
Las hierbas bostezaron,
ante lo que veían venir con el viento de levante.
Pero no había San José,
como en los bares ni en las discotecas,
gritos ni empujones entre las llamas,
de todos los animalitos que huían sin salida.
Metiéndose con calma en la boca del fuego.
A el se entregaban en cuerpo,
la ardilla, la perdiz, el conejo, y el faisán.
Era una tarde de ocaso calurosa,
donde resbalaba el agua con el aceite.
Yo miraba las cúpulas azules de Vall d´Uixó
cubiertas de cenizas,
como si fueran las de una Venecia ,
que se hundía lentamente,
mientras bajaba el humo de las montañas.
Entonces fue cuando salió,
una hermosa ninfa negra mojada de una esquina,
cargada de aceite, palomas y ardillas,
que lloraba y gritaba:
Quiero irme de aquí.
Pero nadie le ayudaba.
Entre tanto,
se reunieron en torno a la cruz de los caídos,
entre grandes risotadas los tenderos.
Se juntaron a vender los terrenos endurecidos por el tiempo,
donde habitaban los muertos.
Aguardaban la gran inundación para resucitar con el barro.
Yo veía San José,
junto la gran cúpula azul del Ángel,
a la muchedumbre junto la jarra de cerveza
compartiendo la conciencia.
Y a los políticos en la televisión
con voz aterciopelada,
hablar de la paz, el progreso, el turismo, las montañas
los prados, las cabañas, el amor,
junto los bomberos y las llamas.
Angelillo de Uixó.