¡ Cuànto nos falta crecer ! El es esa clase pseudointelectual que cree que el dinero, la figuración, o el poder reemplazan a la virtud. Se trata de una clase que necesita la compañía y la complacencia de esa otra clase que cree que somos tan importantes que hay alguien allende el mundo que nos envidia, que nos constriñe, y que nos marca el paso.
Somos nosotros los que les damos pantalla, rating y entendimiento a esta neoclase tinellista, bailantera, y pasatista, emergida en la posmodernidad al abrigo de la venia de un pueblo que mira azorado, emulativo y mimético hacia el circulo dorado tan ansiado de la pitanza facilista como si la patria fuera un gigantesco nihilismo que hay que escuchar, que hay que aplaudir, y que hay que defender.
¡ Nada se construye sin connivencia ! El envilecimiento también campea entre los menos poderosos. El , se construye con nuestra compañía complaciente. La ambición desmedida de dinero, de poder, o de figuración, finalmente nos iguala en potencia o en acto. Lo mismo da ¿No habrá nacido una nueva religión entre mediocres?