Ese día no hubo esclavo ni gobernador
No hubo honesto ni ladrón
Todos fuimos iguales
A los ojos del señor
La tierra tembló
Con decisión
Y pronto supimos
Que la hora era cierta
Rodaron los nombres
Por las calles de fuego
Fuimos nadie
Por un momento eterno
Un hombre calcinado dijo:
¡Cuidado!
Todos los días
Explota un volcán
Déjalo ahí
No hay forma de saber
Deja que los tercos
Amasen fortuna
Y los incautos se llenen de gloria
Ese no será mi destino
Sino tus ojos
Y tus besos
Cassia mía
Seguiré presente en las calles desiertas
Cuando el arqueólogo
Descubra nuestras piedras enlazadas
Un destello de luz
Remecerá nuevamente los tiempos