Quede en tu vientre la calma inesperada
al plenilunio de las noches bellas,
el dulce aroma de flores en la entrega,
tu mirada en la paz, tus manos néctar.
Letargo de las horas todas nuestras,
sobre lienzos de sábanas mojadas.
Prendida a bocanas del respiro,
del que duerme, palpita y por ti sueña.
Tú mi baluarte, mi voluntad, mi todo,
el fuego de la fragua toda hoguera.
La llama que me quema y nos consume
pavesa entre tus dedos, piel que besa.
La nieve de los tiempos, la ternura
la quietud que traspasa la tormenta.
La hecatombe final que aniquila.
Oda a la vida y la vida entre tus piernas