Hija querida.
Tus bellos y hermosos ojos tienen finesa,
tu mirada ilumina al sol que te vio nacer
tan bella, tal vez la hija de un rey no has de ser,
pero sin duda alguna eres una princesa.
Hay momentos que extraño oír tanto esa flauta,
me oías entonar cantos que nos unía,
oír que me superas en talento es mi alegría,
nos une aún la melodía que al alma alienta:
La alegría de vernos juntos sonreír
es, día a día algo por lo cual viviría;
cantando, bailando sin llegar a dormir.
Sin querer nada más que; verte en armonía
y en gloria del amor que profesa mi sentir:
Dios te guarde y te ampare es mí algarabía.
Te amo hija mia.