ALMA LUNA
EL ESCONDITE
Lo confieso. Nunca aprendí a esconderme. Ni de mis miedos, ni de mis manías ni de mi torpe manera de amarte. Nunca aprendí a disimular los golpes. No aprendí a fingir ni la alegría ni el sufrimiento, y quizás por eso a ti te asustaba desnudarte por dentro. Llevabas demasiado tiempo acostumbrado a quererte hacia afuera. Y a todo aquél que se cruzaba en tu camino le resultaba cómodo. Convertían el amor en comodidad y para mí la unica comodidad que podía existir contigo era sentar el cariño en el sofá y abrazarlo junto a tí. Amarte para mi era arriesgarme a la herida cuando el corazón fluye y se entrega sin red. Romper moldes, atreverme a entrar en tí y comerte el miedo a besos. Cada noche te repetía que al compartir la emoción conseguíamos liberarla, que al gritar la felicidad cualquier abismo entre el cielo y la tierra se hacía añicos. Y de pronto, te cruzaste en mi vida y me vi obligada a esconder el amor, a esconder la vida y estas ganas locas de construir sueños imposibles en los días no vividos. Solo quedaba una opción, agarrarme a lo único que nadie me obligaba a renunciar: amarte. En silencio y sin poder gritarlo a todos esos mares que estaban esperando construir infinitos horizontes prometedores. Tu eras experto en contener el dolor y a mí me obligaste a esconder la felicidad. Maldita paradoja. Y fíjate tu, hoy brota desde todos los rincones de mi corazón esta impotencia de tenernos que esconder de la capacidad de vernos mas allá de los ojos. Nadie se puede sacar a sí mismo de un pozo. Y así, ahogados y asfixiados por este escondite intentaba salvarte. Hoy, querido, he descubierto que la felicidad depende siempre de la capacidad para hacer felices a los demás porque realmente no somos plenamente felices hasta que aprendemos a hacer felices a los demás. Lo otro se llama satisfacción, y dura menos que cualquier garantía. Así que jamás lo olvides. Y permíteme que me olvide por un momento de callar este corazón que se me sale por la boca porque donde perdemos el aliento y se nos va el aire es en la ausencia del otro. La única jaula son los demás. ATTE: Ailen Ramirez