Amada, si pudiera ver tu rostro
reposando, tranquilo, en mi almohada
y alargara mi mano hasta tu pecho
para tocar la luz que de ti surge.
Besaría tu frente con ternura
y transmutar mi aliento con tu aliento
y descansar mi fe sobre tu vientre.
para marcar la senda hacia tu boca
Mas no me alcanza el aura en la distancia
y queda corto el tiempo del ensueño
para formar tu cuerpo con la arcilla.
Te seguiré tocando entre suspiros,
no cegaré mi empeño de encontrarte
hasta que el frío ahogue mi sepulcro.
Daniel Ornelas.