En el espectral silencio de esta madrugada
mi cuerpo lejano al tuyo te recuerda
aún no se apaga la luz de unos besos
las marcas en fuego de tus caricias
ni el estremecimiento de mi piel en agonía.
Mujer, tú me amaste mas no debías
y yo te amé, la porfía es nuestra;
me consumo en el recuerdo de tu desnudez
sabiendo que nunca más seré tuyo, amor prohibido…
Recuerdo con nostalgia nuestro último encuentro
cuando amontonaste tus besos en mi cuello, en mis senos,
provocando el temblor de mi cuerpo al son de arpegios lascivos,
¿Cómo olvidar los deseos que hirvieron de fiebre mis venas?
Hoy no concibo el mundo sin tenerte a mi lado.
Mi amor prohibido, te amé sin pensar, sin medir el error,
y me bebí toda la dosis de este pecado que cometí por amor,
sabiendo que tenías dueña, me volví ladrona de tus besos.
¿Cómo podré amar a otro ser que tú no seas?
Si cada vez que ame tú serás la amada
aunque no recorra tu piel lejana por siempre.
¿Cómo amarle a ella, sin traicionar tu alma?
Digo adiós a la pasión y a este tu amor prohibido,
déjame solo en el territorio de la esterilidad y el olvido.
Tal vez en otro mundo en un lejano universo
nos encontremos para amarnos todavía.
¿Dime cómo ser de él sin musitar tu nombre?
Si es tuyo el manantial que inunda mi vientre,
¿Cómo dejar que su boca apellide la intimidad de mi cuerpo?
Si mi piel aún enloquece con la fiebre de tu amor prohibido…
Me hiere tu adiós en esta soledad que lacera mi existencia.
Hoy no hallo el truco humano de arrancarte de mis días,
tal vez en un sueño hecho en un deja vu de mis fantasías
nos encontraremos para amarnos, amante mío,
en un sempiterno albur de luna y poesía…
LUNA&POESÍA/MURIALDO CHICAIZA
28.07.2016